martes, 3 de abril de 2012
El vilipendio (II)
El carácter hispánico, la idiosincrasia de los habitantes de ésta nuestra piel de toro, es un carácter apasionado, entrañable (en cuanto a las entrañas se refiere), festivo, aparatoso, a veces irascible y exultante en sus formas.
Somos muy del gusto de vociferar agriamente cuando alguien nos contraría. Especialmente en lo que al tráfico rodado se refiere. Cuando, por ejemplo, circulamos en nuestro vehículo a motor y otro conductor omite la preferencia de paso y se nos cuela por delante obligándonos a frenar, el acto instintivo es sacar la cabeza furibundos y tocar con insistencia el claxon, acompañando todo ésto con una poco honrosa mención a la madre del interpelado. Dicha mención se hace para llamar la atención del otro conductor sobre la felonía que acaba de cometer. Pero hay otras denominaciones para estos malvados que dejan intacto el honor de sus madres. Por ejemplo:
-Malandrín
Malvado, perverso, con malas intenciones.
Al parecer, la etimología exacta de este vocablo remite al corazón del roble, la parte central del tronco de éste, en el italiano malandrino. Malandrinos eran también los afectados por la malandria o malandra, una especie de lepra o sarna común a humanos y jumentos. Así, los malandrinos, apartados de la sociedad, infravivían dedicándose al bandidaje, al salteo de caminos, hurto al descuido y bellaquerías del estilo.
Y por si ésta suena poco zahiriente, ofrecemos algunos sinónimos:
Bellaco (ojo, no es superlativo de bello).
Bribón.
Granuja.
Villano.
Pillo.
Bergante (ésta nos gusta especialmente).
Ya saben, si se cruzan con algún bergante al volante, de ésos que creen que el precio y la ostentosidad de sus coches son el único criterio para establecer la preferencia de paso, háganselo saber. Ya sea con alguno de estos elegantes denuestos o ya sea enseñándole el dedo corazón erguido hacia las alturas.
Sean buenos y cedan el paso.
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Por cierto:
-Jumento
Pollino, asno, burro.
(Tampoco es mal apelativo, pardiez).
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7 comentarios:
No soy conductor, pero se me ocurre que también se podría aprovechar y hacer de ese momento algo un poco más instructivo. Algo así como darle a conocer tus buenas intenciones de enseñarle a como practicar una felación o una lavativa de borlachas instándole a que te coma el ciruelo o las pelotas por detras. No es muy fino, pero el honor de la madre también quedaría intacto... o no... porque que tu hijo le coma las pelotas a otro no creo que sea tema de conversación a la hora del té.
Imagínese; "Pues el otro dia, madre, le comí a uno la huevada y parecían dos pelotas de tenis peludas..."
No es muy fino, no.
Hombre, se puede probar con: Felón del diablo, me vas a catar a boca llena los cojones que me oscilan garbosos y dicharacheros en parabolico movimiento cuales satélites orbitando bajo mi superlativo cipote! No está mal, no?
Y no podemos olvidar los estupendísimos ¡Canalla!, ¡Mamarracho!.
Te llenan la boca y quedas divinamente.
La propuesta de Nachodelarubia es grandilocuente, barroca y sonorísima, muy del gusto de nos. Excelente aportación.
Lublú: apuntadas quedan ambos vituperios, y desde aquí indagaremos sus etimologías para poder ofrecerlas en futuras entradas (la doble erre y la che de "mamarracho" le dan una abrupta musicalidad que encontramos muy deleitosa).
vociferar en el coche... esta mañana me salió un sonoro "hijo puta" por la ventanilla, menos elegante que malandrín quizás.
jumento, me encanta esa palabra
Seguro que el bellaco en cuestión se merecía tal apelativo. Hay gente que en lugar de coches deberían usar jumentos, porque actúan como tales al volante...
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