martes, 20 de marzo de 2012

El diminutivo melindroso


Amigas y amigos, en ocasiones la realidad es cruel, cruda, ominosa y execrable. La sola visión de la coyuntura que nos circunda (y a veces circuncida) es motivo suficiente para arrancarse a vomitar por bulerías. Vinimos al mundo llorando, y por algo sería.

Pero no por horrenda y abyecta hemos de esconderla, taparla con un grueso manto de terciopelo brillante, en estéril propósito de ocultar la fealdad intrínseca a la existencia. Como si las heces dejaran de apestar pintándolas de rosa.

En ese sentido, el recato, las convenciones sociales y las señoras mayores han propiciado un fenómeno del lenguaje que busca precisamente eso: velar la naturaleza gosera de algunos vocablos. Enmascarar de alguna forma la incomodidad de referirse a ciertos conceptos que el pudor impide nombrar a boca llena. Convertir algunas palabras embarazosas, por su significado, en otras "palabritas" aptas para menores, lo que hemos convenido en llamar el diminutivo melindroso.

La formación del diminutivo melindroso se basa casi siempre en un principio fundamental: "La i lo hace todo más pequeño", y en algunas técnicas de perífrasis como la repetición de sílabas. Veamos:

Quizá el paradigma de todo esto sea la voz pipí, en sustitución de la onomatopéyica (y también bastante melíflua) pis, que ya en sí es reducción del vocablo orín (u orina). En contraposición surge popó, que sigue la estructura de repetición y usa la o como opuesta de la i en cuanto a peso específico, recalcando la idea de que el orín es más liviano que la hez, como denotan las denominaciones aguas menores y aguas mayores para referirse a ambas necesidades fisiológicas. Y ya que estamos en este jardín escatológico hemos de recordar el diminutivo pun para referirse a las ventosidades o pedos, que si bien no cumple la "máxima de la i" si que cumple la función de disminución de grosería, e incluso de una hilaridad muy celebrada sobre todo en infantes. De vuelta al tema de la i y la reincidencia silábica no podemos olvidarnos de chichi para nombrar al templo femenino, que por otro lado se gasta también un buen número de sinónimos y eufemismos.

Mención aparte merecería la expresión "echar un kiki" ("quiqui" se lee raro ¿no?), referida al contacto carnal y sudoroso. Aquí pudiera parecer un diminutivo melindroso pero en realidad es una adopción lingüística del sajón quickie, que en su origen vendría a significar uno "rapidito", de ésos de aquítepillopimpampumhastaluego.

Hay otros casos en los que la repetición de la i se continúa hasta el absurdo y lo risible, dando lugar a vocablos trasnochados y algo ridículos, como lo es llamar pilinguis a las prostitutas, o ir piripi en lugar de ir borracho (parece aquí que incluso el grado de alcohol en sangre es menor si se usa la triple i). Y obviamente no podríamos dejar pasar una de nuestras predilectas, gilipichis (¡cuádruple i!), sinónimo atenuado de la muy sonorísima gilipollas, cuyo origen esclarecimos aquí.

En otras ocasiones la i no actúa por reiteración, sino colándose en los finales de las palabras y suavizando sus formas cual braga-faja. Tal es el caso de jolín sustituyendo a joder, y su plural jolines (hostiabilísima expresión, si se me permite). E idéntico el caso de mecachis, dulcificación del estruendoso mecagüen (me cago en). Y aquí nos gustaría hacer notar la versatilidad de dicha locución, ya que uno puede cagarse en Dios, la Virgen, el Copón Bendito, el santoral completo, los progenitores de alguien, la puta, la hostia puta, la mar salada, los mengues y, en fin, uno puede cagarse en todo.

Y por último, con un pie dentro de esta última categoría encontraríamos la voz pompis, que suponemos derivará de pompa usado eufemísticamente para hablar del culo, lugar proceloso donde los hubiere, ya sea por sus estridencias o por las querencias que suscita.

En fin, amadísimos y amantísmos lectores y lectoras, hurguen y escarben por su cuenta y hallarán nuevos ejemplos y modos de formarse del diminutivo melindroso. Pero cuidado, obsérvenlo, como a un orangután con un tenedor, sin acercarse demasiado. Los rancios modos y la elegancia en el verbo nada tienen que ver con la gazmoñería.

10 comentarios:

Mudo dijo...

Muy bueno.

A lo que dices le sumaria la tendencia a que "onomatopeyizar" una palabra (el "guau", el "miau"...) la infantiliza, e infantilizarla, para el que lo hace, quita hierro al asunto. Tirarse un "pun" o que la comida esté "puag" no andan lejos de "popó". Que lo mismo proviene del enemigo del pipí que del sonido que toda mierda hace al caer (caquita en su lecho).

Lo que no saben los creadores del diminutivo melindroso es que la creación del mismo impulsa el castellano más que 1000 diccionarios juntos. Diminutivo empleado, sinónimo naciente. Creen que quitan peso al término cuando en realidad provocan su reencarnación.

A ellos les debes tu entrada anterior.

Hombre Malo dijo...

Acertadísimo. Y yo añadiría además la función didáctica de la onomatopeyización de los animales: Dime niño, ¿cómo hace el gato? ¿Cómo hace el perro? (El pobre ornitorrinco, como nadie sabe qué ruido hace, se quedó sin su nombre infantil, y ahora todos los guaus, los miaus y los píopios le miran por encima del hombro). Lo que no tengo tan claro es que la mierda suene así al caer, yo lo veo más "chof" o "plouf", aunque imagino que dependerá de la superficie sobre la que caiga dicha hez.

En efecto Sr. Mudo, la reencarnación de palabras es un fenómeno apasionante de observar. Sin estas graciosas piruetas del lenguaje este diario cibernáutico perdería gran parte de su sentido.

javiguerrero dijo...

En Asturias tenemos la costumbre de aumentar nuestras virtudes. Somos grandones, tenemos una iglesiona, un peñón, damos abrazones; para menospreciar o mostrar cierta compasión encubierta decimos paisanín, menudín, buenín...Como grandes bebedores que somos tomamos unos vininos, unas sidrinas y unos cacharrinos(cubatas)para quitarle importancia al hecho de que sean 11 sidrinas(de a litro), 10 vininos(en vaso grande de sidra, o 23 cacharrinos(en vaso grande de sidra). Y las medidas de los continentes distan mucho de ser pequeñas.

Anónimo dijo...

también el "jopelines", "jopetas"... aunque peor seria "caracoles" :P

Hombre Malo dijo...

Bienvenido Sr. Javiguerrero, y agradecido por su aportación desde tierras norteñas.
Me encanta la denominación "paisano" para referirse a cualquier indivíduo. En las áridas tierras manchegas de las que soy oriundo también se usa, pero se oye más la palabra "hermano" para denotar lo mismo, referirse a un tercero. Lo de "paisanín" me obnubila.
Ponerse "piripi a cacharrines" debe ser una actividad de lo más hilarante.


Aídious: Tenía en mente esas palabras pero no supe categorizarlas, hay algunas formas de diminutivo melindroso que se me han escapado.
Pues a mí "caracoles" me encanta, tiene un estilo rancio del tipo "canastos", "cáspita" o "caramba".

Mudo dijo...

Como asturiano de adopción diré que el uso de paisanín (a mí también me encanta) está tan extendido que dio lugar a la siguiente anécdota: El padre de un amigo mío (de Llanes, hablo del padre de guitardo, el de quenosqueda), no había ido nunca al cine de pequeño porque en su familia no había dinero para eso. Pero sus compañeros de clase, los lunes, le contaban las películas. Y él creía que todas las películas tenían al mismo protagonista: Sus compañeros siempre iniciaban la narración de la película diciendo: "La peli va de un paisanín..."

(para que nos quede buen sabor de boca, este niño llegó muy lejos en la vida en términos de felicidad y dinero para ir al cine)

Hombre Malo dijo...

Si la película era alguna de Rambo, apoyo la moción de definir a Sylvester Stallone como "paisanín".

Anónimo dijo...

cáspita, caracoles o canastos suena a importación yanki, no puedo evitar en pensar en alguna película de valores americanos empalagosa y ridícula. Como el anuncio que protagonizó Resines en favor del cine español:

http://www.youtube.com/watch?v=Ly0Xcb7LQCA

Anónimo dijo...

no me habia fijado en el chorizo de mierda del bocadillo!!! tuve la misma ocurrencia no hace mucho. Cuando pasan estas cosas me como la cabeza mucho cuestionando mi originalidad. CARACOLES!!

Hombre Malo dijo...

"Cáspita" y "caracoles" a mí me suenan a cómic de Zipi y Zape o Anacleto Agente Secreto. Me acuerdo de ese anuncio, el Resines siempre ha sido muy castizo.

La iconografía de la caca es universal. A tí que has cursado bellas artes te habrá pasado lo que a mí más de una vez: tienes una idea que crees que es la repera, y descubres que algún compañero ha hecho algo parecido y piensas ¿me estarán espiando? ¡Salid de mi cabeza! ¡Repámpanos!