miércoles, 14 de diciembre de 2011
Neologismos foráneos
Últimamente, amigas y amigos, parece que el neoespañol se avergüenza de serlo. Y a veces es comprensible, porque resulta un ominoso agravio compartir origen, nacionalidad y espacio vital con determinados especímenes que dejan sueltos por ahí sin bozal ni correa. Pero no nos pongamos fasciosos ni filonazis porque precisamente por ahí no van las lides ni éste es lugar para ello.
Lo que su humilde servidor de ustedes quiere advertir es la invasión, infección viral diría, de nuestro bello idioma por vocablos de lenguas foráneas, exóticas y de ultramar, sí, pero que nada tienen de nuestra riqueza ni sonoridad y, para más dislate, se escriben de una forma y se pronuncian de otra.
Y los usamos. Por San Pantaleón que los usamos. Con ínfulas de cosmopolita y maneras de pisaverde descolgamos anglicismos aquí y allá para modernear ante nuestras amistades, obviando e incluso ignorando que tales conceptos ya existían en castellano, y expresados por términos de singular gallardía y donosura.
¿Ya no se usa la palabra "aficionado"? Ahora todo lo no profesional lo solucionamos adjetivándolo de "amateur" y nos quedamos tan anchos y afrancesados. ¿En qué momento de nuestra historia reciente murieron todas las fiambreras, tarteras y fresqueras para dar paso a los modernérrimos "tupper-wares"? ¿A qué arquitecto tiralíneas de pacotilla se le ocurrió quitar los vestíbulos, zaguanes, antesalas y recibidores de nuestras casas para cambiarlos por el "hall", sajón, antipático y monosílabo? ¿Es más efectivo salir a correr si en lugar de eso mismo lo que haces es "footing" o "jogging"? Incluso el deporte del balompié, que en este país mueve torrentes de dinero y riadas de fanáticos descerebrados, contaminóse otrora del anglosajón "football", que fue filtrado al castellano resultando "fútbol", sin que aquí se advirtiese que a ese mismo deporte ellos le llaman "soccer".
Lectora y lector, ustedes como yo bien saben que esto es imparable, que de aquí a poco hablaremos una suerte de cambalache anglo-hispano plagado de palabrejas feas, sin gracia ni sustancia, en una orgía absurda de consonantes. Pero, por lo menos, al oir uno de estos adefesios lingüísticos nos quedará el desahogo de estampar a nuestro interlocutor un rancio calificativo como es:
-Fantoche
1, mamarracho, persona muy ridícula. 2, persona muy presumida.
Y que podemos sinonimar con:
-Fatuo
-Alabancioso
-Farolero
-Petulante
-Fachendoso
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5 comentarios:
La entrada (o post) iba hacia los neologismo y ha vuelto a los vilipendios. Esto de comenzar a hablar del castellano por los insultos debe responder a instintos (de summer) imposibles de erradicar. El otro día me vi diciendo a un croata que "Joder" (y su familia) es la palabra mas usada en España. Y de verdad lo creo.
Y ahí van dos neologismos llegados desde mails en español que he tenido que mirar en el diccionario pero que apuesto mi lengua (y con ello mi capacidad para hablarla) a que estarán en breve con nosotros. Como Bitelchus a la tercera mención:
- Tomboy (marimacho, chicote)
- Trashy (poligonero, Merdellón, que ya era un neologismo)
Y otros tres que ya han pasado a su primera reencarnación como palabra española:
- Aplicar (mandar el curriculum)
- Mi punto es...(la cuestión es...)
- Reporte (informe)
Y perdón por la ortografía pero no estoy en mi elemento.
Muy cierto y curiosérrimo eso que apunta usted sobre expresiones inglesas castellanizadas casi literalmente, como si dijéramos diccionario en mano. Me veo dentro de poco instalando el "Ventanas Vista" en mi computadora y escuchando discos de "Los Puertas".
¿Debería entender poligonero como lo que antaño eran "bakalas" y posteriormente mutaron en "canis"? Hay que advertir que esta ¿subcultura? ¿subfauna? está poblando los espacios internáuticos como si de plaga de conejos se tratase, y sus modos de expresión e interrelación conforman un dialecto sorprendente, por lo estrepitoso, amén de un atentado infame a las buenas maneras y al decoro. Si el neologismo "trashy" proviene de la voz inglesa "trash" (basura) lo encuentro muy acertado.
El vilipendio es un tema que tocaremos aquí de forma constante, qué hay más divertido que calificar a nuestros semejantes con oprobios decimonónicos.
Poligonero es eso, sí. Canis. Creí que esta última era una expresión andaluza. Sería gracioso que todas las entradas terminaran hablando de como insultar a la vieja usanza. El insulto más efectivo para soltar a la cara está a la moda, pero no demasiado. Bobo. Nadie lo espera. Como pedir perdón.
¿Es fachendoso lo que trataba tiempo ha de decir nuestro póstumo amigo Jesus Gil cuando se le entendía facineroso?
En estos tiempos, pedir perdón es como dar las gracias... algo inesperado.
No solo de anglicismos de este tipo vive el hombre y dios lo sabe. Cuando eramos púberes, todos queríamos jugar en la NBA pero nadie en la ACB, por ejemplo.
Eso tenía entendido, la denominación "cani" nació en tierras sureñas y después se propagó al resto de nuestra geografía. Pero vamos, no dejan de ser bakalas dos punto cero.
Lo más probable es que casi todas las entradas acaben teniendo que ver con añejos vilipendios. Este espacio es la continuación, o recuperación, de unas cosillas que escribía a veces en mi antiguo fotolog bajo el lema "recuperemos el castellano rancio", donde principalmente recuperaba vetustos denuestos e indagaba el origen de algunos.
Bobo está bien. demasiado sencillo y aliterativo quizá. Yo lo aderezaría hasta dejarlo en el clásico "bobo de solemnidad". Aderezar los improperios también es muy del gusto de Nos.
Jesús Gil (otrora cofundador del grupo Cypres Gil) era rancio pero no por sus finos modales ni su elegancia léxica, sino más bien por su mentalidad medieval.
Quizá la ACB española era menos vistosa que la NBA, entonces no teníamos negros y eso era una cosa muy exótica en aquellos tiempos. Pudiera ser también que fuéramos especialmente receptivos con las siglas importadas de ultramar. ¡Cuán aventureros sonaban acrónimos como Cía o Efebeí!
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